Colección Permanente

La primera atracción de esta obra es el azul del cielo, tan intenso, tan alto que confunde la noche con el amanecer.

En ese firmamento abierto, los puntos amarillos esparcidos, se dirigen hacia una Luna llena envuelta en un suspiro de luz. Estamos frente a una dimensión cósmica del universo.

Colón, anda por los cielos, por encima de la urbe, y del conjunto monumental, con gesto de timonero de la historia, convencido y directivo de su descubrimiento,

Cristóbal Colón, retomando vida y animándose en un escenario escultórico que Cestero anima con cuerpo y vida. La musa compite y señala la inmensidad.

La estatua se convierte en figura humana universal, con una expresión dinámica contemporánea como si Colón siguiera siendo la fuerza eterna de las Américas, todavía dispuesto a viajar y a descubrir, en su inacabada hazaña.

En el primer plano el conjunto monumental colonial matizado entre amarillo, ocre y color teja evoca en la paleta y en las formas dibujísticas un sentimiento en el efecto que nos lleva hasta Utrillo, pero el coronamiento del azul del cielo es inconfundible con el azul de Matisse,

Dos planos, uno frontal, en una composición de brochetadas y pinceladas que confirman la gráfica directa y espontánea del Maestro Cestero.

Impresionan los faroles en postura de lanzas solemnes, y el gesto ceremonial de Colón señalando la dirección abierta hacia el continente.

Obra exhibiéndose en la "Colección Permanente"